Intolerancia a la lactosa

Los síntomas se producen cuando la lactosa no absorbida en el intestino delgado donde se absorben la mayoría de los nutrientes, llega al colon donde es fermentada por las bacterias intestinales, produciendo flatulencia, hinchazón, cólicos y en individuos con muy baja tolerancia o después de ingerir grandes cantidades de lactosa, diarrea.

Desde el punto de vista nutricional, no es recomendable eliminar el consumo de leche y lácteos. Los lácteos son los alimentos más concentrados en calcio. Una persona adulta necesita 1000-1500mg de calcio para mantener un correcto estado de salud ósea. La ingesta de calcio a edades tempranas, especialmente en niñas, aporta protección adicional frente la osteoporosis después de la menopausia.

Lo que toleramos peor son cantidades altas tras una comida, más de 12 gramos de lactosa, lo que equivale a un vaso entero de leche. Hemos de pensar que el intolerante a la lactosa, tolera una cierta cantidad por lo que una forma de disminuir los síntomas es repartir el consumo de lactosa durante el día y reducir la ración a un tamaño que toleremos.

 

 

El yogur se tolera mejor porque la fermentación reduce la lactosa a la mitad y además los cultivos de bacterias que se utilizan en la fermentación, ayudan a fermentar la lactosa presente. Si tenemos una intolerancia alta, también existen yogures sin lactosa en el mercado.

Es recomendable leer el etiquetado de los alimentos preparados o precocinados porque pueden llevar en su composición, lactosa, leche en polvo, leche, suero lácteo, nata. Algunos yogures, sobretodo desnatados llevan leche en polvo añadida para mejorar la textura, estos yogures contienen más lactosa.

Muchas personas tienen problemas para digerir la lactosa. Algunas personas tienen intolerancia a la lactosa desde la niñez. En otras, los problemas comienzan durante la adolescencia o adultez. La intolerancia a la lactosa es poco común en los bebés. Los bebés prematuros pueden ser intolerantes a la lactosa por un tiempo corto después de haber nacido.