Los niños y la obesidad

Lo primero es hacerles entender que la restricción de ciertos alimentos es para su bienestar y por eso debe aprender a comer de forma saludable. El menú diario debe constar de tres comidas principales: desayuno, comida y cena, y agregar dos meriendas, una de media mañana y otra de media tarde. Las meriendas deben estar constituidas por lácteos y frutas.

Evitar comprar y tener en casa aquellos alimentos que el niño no puede consumir, como ser chocolates, golosinas, caramelos, bollería, patatas fritas y snacks grasos. Todos los miembros de la familia deben comer de forma sana y no hacer un menú especial evitando así que el niño se sienta apartado y obligado.

Usar métodos de cocción que no sean frituras, es decir, horno, plancha, hervido, al vapor, parrilla y torrado, evitar los rebozados, condimentar con muy poco aceite.

Con respecto a la actividad física diaria, hemos mencionado anteriormente que se pasan muchas horas frente a los videojuegos o al televisor, lo cual resulta muy perjudicial para su salud y para mantener un peso adecuado. Es importante remarcar que un niño en edad escolar necesita una hora diaria de ejercicio, más una hora de juegos.

El cambio de los hábitos en la alimentación radica esencialmente en que se ha pasado de una alimentación natural compuesta por cereales, frutas, verduras y carnes, a la comida rápida, la bollería, las golosinas, los refrescos azucarados y las bebidas colas.

Este problema se ha agravado aún más porque en muchos lugares de paseo y recreación y hasta en colegios hay una invasión de máquinas expendedoras de bebidas gaseosas azucaradas y de todo tipo de golosinas de formas y colores.

El factor genético juega un papel más que determinante. Un niño tiene un 90% de probabilidades de ser obeso si sus padres lo son.

Por otro lado, como padres debemos comenzar por dar ejemplo, ya que los niños adquieren los hábitos que ven en casa. Toda la familia debe actuar en consecuencia, y así ayudar al niño a que tome conciencia del grave problema que padece.

Hay que distinguir el sobrepeso de la obesidad. Una persona tiene sobrepeso cuando su peso está por encima del aconsejado en relación con la talla, y esto se calcula con el IMC o índice de masa corporal. Se considera que existe sobrepeso cuando el IMC se encuentra entre 25 y 29,9, mientras que a partir de un IMC 30 se considera que la persona es obesa.